Durban: Otro giro en la danza climática

La Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que comenzará a fin de mes en Durban, Sudáfrica, es la última oportunidad para reemplazar el Protocolo de Kyoto, que expira el año próximo, con otro convenio que limite las emisiones de gases invernadero, advirtió Nicole Werner, experta en ambiente y clima de Alliance Sud, punto focal de Social Watch en Suiza.La comunidad internacional ha negociado durante años medidas para ponerle coto al cambio climático. Hace un año, en la ciudad mexicana de Cancún, acordaron el objetivo de limitar el recalentamiento planetario a dos grados centígrados sobre la temperatura de la era pre-industrial. Aun así, existe una gran brecha entre lo que se requiere para alcanzar esa meta y lo que los países han acordado hasta ahora. Llegó el momento de actuar, escribió Werner en un artículo publicado en la más reciente edición de la revista Alliance Sud News.

Hubo algunos avances menores en las instancias preparatorias de la conferencia en Durban, y las negociaciones continuarán en lo que resta del mes. Hay algunos movimientos, especialmente deliberaciones sobre la creación de un nuevo mecanismo de transferencia de tecnología, la de un comité permanente para supervisar los fondos dirigidos a los países en desarrollo y la de otro a cargo de apoyar a esos mismos países a lidiar con las consecuencias del cambio climático.

En Cancún, los países industrializados prometieron a los países en desarrollo suministrarles 100.000 millones de dólares al año hasta 2020 para solventar medidas de reducción de emisiones y de adaptación al cambio climático. La conferencia decidió crear un Fondo Verde para el Clima con ese propósito. Aún no queda claro cómo pretenden financiar sus aportes los países industrializados. La crisis económica mundial y el alto nivel de endeudamiento de muchos de ellos hacen temer una postergación indefinida de esas decisiones.

Temor al eco-proteccionismo

Los países en desarrollo también se resisten a medidas unilaterales de los industrializados que podrían afectar negativamente su desempeño económico. Proyectos de ley a estudio en Estados Unidos y la Unión Europea prevén impuestos al dióxido de carbono (CO2) a las importaciones, los que podrían golpear con dureza al Sur. La inclusión de las emisiones de los aviones en el comercio de carbono prevista en Europa para el año próximo también perjudicaría a las aerolíneas de los países en desarrollo. Martin Khor, director del South Centre (organización con sede en Ginebra que asesora a países del Sur), propuso la creación de un foro en el marco de la Convención para examinar el impacto en las naciones más pobres de medidas de reducción de emisiones tomadas en el Norte para considerarlas antes de su implementación.

 

Compromisos de reducción insuficientes

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estimó que a fin de alcanzar la meta de los dos grados centígrados debería limitarse la emisión anual de gases invernadero de todo el mundo a 44 gigatoneladas (Gt) para 2020, lo que implica una reducción de 12 Gt. Pero las promesas formuladas por varios estados en el Acuerdo de Copenhage permitirían, en el mejor de los casos, una reducción de 7 Gt, es decir 5 Gt menos de lo requerido.

De acuerdo con el consenso de la comunidad científica, el cumplimiento de estos compromisos no impediría un aumento de la temperatura de entre 2,5 y 5,0 grados centígrados para el fin de este siglo. Aun así, algunos creen que un aumento de 1,5 grados ya desataría eventos climáticos incontrolables de consecuencias desastrosas.

Los ricos detrás de los pobres

Los países industrializados acordaron hasta ahora reducir sus emisiones de gases invernadero entre siete y 13 por ciento para 2020 respecto de 1990. Pero el PNUMA considera que sería necesario reducirlas entre 25 y 40 por ciento para alcanzar el objetivo de los dos grados centígrados. Y se requeriría otra reducción de las emisiones mundiales, de un quinto, para 2050.

La Agencia Internacional de Energía estimó que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) son responsables de 40 por ciento del total de emisiones y de 25 por ciento de su aumento. En términos absolutos, los países en desarrollo son hoy los mayores emisores, pero no lo son en el cálculo por habitante: los miembros de la OCDE emiten 10 toneladas anuales por persona, casi cinco veces más que el resto del mundo. Un estadounidense emite, en promedio, más del triple que un chino.

Aunque en términos históricos los países en desarrollo representan apenas la cuarta parte del cambio climático, han prometido más reducciones de emisiones que los industrializados, según un estudio del Instituto Ambiental de Estocolmo. Las de China podrían duplicar las de Estados Unidos para 2020. Las de todo el Sur en desarrollo triplicarían las prometidas por la Unión Europea. Por lo tanto, organizaciones no gubernamentales internacionales urgen a los países industrializados a afrontar sus responsabilidades en Durban y acordar los recortes necesarios. Además, deberían indicar con claridad qué medidas se proponen tomar para “descarbonizar” sus economías para 2050.

El futuro del Protocolo de Kyoto

El Protocolo de Kyoto regula más que meros recortes a las emisiones de los países industrializados. También contiene mecanismos que les permiten financiar proyectos relativos al cambio climático en países pobres. Tras la entrada en vigor del Protocolo en 2005, se concretaron cientos de proyectos. La expiración del tratado el año próximo sin un acuerdo que lo continúe pondría en peligro inversiones y empleos en todo el mundo.

Japón, Canadá y Rusia ya anunciaron que no tienen intención de firmar un nuevo tratado. La Unión Europea y Suiza anunciaron su negativa a adherir a un Protocolo que no incluya compromisos de reducción de emisiones por parte de los principales países emergentes. Ahora, al parecer, la Unión Europea accedería a extender el acuerdo a 2018, año en el cual debería ser sustituido por uno que englobe a todos los grandes emisores.

No alcanzar un acuerdo en Durban dejaría la puerta abierta a un aumento en las emisiones en todo el mundo. El planeta se recalentaría mucho más rápido de lo previsto. Será difícil que alguien necesite ropa de abrigo.

Fuente
Alliance Sud: http://bit.ly/ohZxzk

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